Un hombre de actitud humilde, con un corazón dispuesto a caminar en los caminos del Señor, había alcanzado un lugar de servicio muy cercano al rey, y ello le permitiría gozar de alguna simpatía y confianza del rey, sin embargo más allá de esa actitud de hombre humilde podremos ver a un hombre muy preparado con mucha sabiduría y dotado de cualidades que nos muestra a un hombre diligente, alguien sobre el cual los ojos de Dios estaban puestos para realizar una de las tareas más extraordinarias en un tiempo extraordinario y de gran significado a través de todos los tiempos. Y que nos demuestra lo importante de reunir y desarrollar estas cualidades en cada uno de nosotros, así poder servir a los planes de Dios en los tiempos oportunos en que Dios tiene preparado un lugar en la obra y en los planes para cada tiempo.
Hablar de Nehemías hace ineludible el hablar de Esdras y con ellos de aquellos hombres que asumieron su rol y realizaron la tarea que les toco cumplir con diligencia, en el sentir de la unidad, con una misma visón que hizo posible sobreponerse a las dificultades y conspiraciones.
No se trato solamente del gran líder al cual todos deben seguir, sino de la gran reforma en la vida y corazones del pueblo que Dios llama, para a través de ellos manifestar su gracia, su poder y su presencia, su gran deseo de cohabitar en la intimidad con los hombres y que el hombre llegue a comprender la naturaleza de este propósito. El levantar los muros a lo ajeno y contrario del Propósito de Dios y su revelación, la reconstrucción de la ciudad el medio para vivir y relacionarse en una identidad, la reconstrucción del templo, la intimidad y la presencia de Dios volviendo una vez más para con los hombres, toda una reforma total para ser manifestada a los pueblos al cual el sistema del mal sea remecido por el temor de la manifestación del Reino y soberanía de Dios, siendo manifestada por un pueblo Santo.
El símbolo del esplendor del reino de Salomón y del Templo que edificara a Dios, que atrajo a otros pueblos y sus reyes. Su reino en este tiempo, otorgado a su pueblo Santo para atraer a otros pueblos para ser parte de este Reino.
La restauración de aquello, en el tiempo de Nehemías, es ese símbolo, de la necesidad de la profunda reforma religiosa y sus formas, en el corazón del hombre. Llamados a convertirse en ese Templo Santo para Dios más allá de la edificación de templos materiales sin vida, como aquella Jerusalén con su templo desolados y arruinadas inútiles para la vida y comunión con Dios y para un pueblo de él.